jueves, 12 de julio de 2012

A MIS "MATONES".



Ha llegado el momento, los nervios a flor de piel, las últimas instrucciones siguen pasándose de un lugar a otro. Los mensajeros avisan de las tropas, que su señor, mandará con su mejor caballero, a asaltar la villa y el tiempo estimado de llegada. El Canciller con sus oficiales ordena los mensajes y calcula cual será el orden de ataque. La villa elegida pertenece a un poderoso Señor Feudal, uno de esos que cree que puede coger lo que quiere y cuando quiere sin importarle a quien pertenece. Siempre se ha escudado en el miedo, en su villa bien defendida y su gran ejército. Después de varios días de asaltar y robar los recursos de los miembros más débiles de Los Matones, su Canciller ha decidido que ha llegado el momento de pararle los pies. Esto puede costar una guerra a gran escala, pero poco importa, mejor perderlo todo luchando que a manos de un impresentable que te ataca a traición. El Canciller da la orden de preparar a los milicianos, soldados valientes y muy útiles para reventar los muros que protegen la villa. Estos muros están protegidos por miles de armas defensivas: especialmente balistas y fundíbulos. Aunque antes de llegar a los muros hay que descubrir e inutilizar las trampas que camufladas esperan para eliminar a los soldados de a pie. También tendrán que retirar los abrojos que destrozan los pies de los combatientes y las patas de los caballos.
Los señores de la Alianza comienzan el ataque a la orden de su Canciller, desde distintos puntos y a la hora acordada salen los regimientos camino de la villa. La idea es que el grueso del ejército llegue a impactar el mismo momento, eso hace que no puedan ser reforzadas las murallas, ni repuestas las defensas, siendo el coste de tropas atacantes menor.  Pasados 45 minutos comienzan a llegar los informes, estos son recibidos con gritos de triunfo o con gritos ahogados, dependiendo del daño ocasionado. Todo marcha bien, faltan por llegar dos columnas con un gran número de efectivos y el muro ha perdido mucha resistencia y muchas defensas. Las dos llegan a la vez, un sonido atronador llega desde la villa, ¡el muro ha caído!. Los que han sobrevivido saquean y meten en las carretas todos los recursos que les pueden servir: oro, comida, mineral, madera y piedra. Lo máximo que puedan cargar y de regreso a casa. De nuevo la unión ha servido para tirar de su pedestal y quitarle poder a un abusador. El ambiente se relaja y todos de forma sincera comentan lo sucedido, no todos estaban seguros de que se podría entrar. De la relajación se pasa a la euforia; -somos los mejores, -lo teníamos que haber hecho antes, -se lo merecía., -nadie puede con nosotros, -llegaremos a ser los primeros, etc., etc., etc.. Su Canciller pensativo, asiente y piensa que todavía falta mucho por hacer, que necesitan crecer más, tener batallones más numerosos y con menos atacantes combatir con igual número de unidades. Un día, cualquier miembro de la alianza podrá repeler y contraatacar sin la ayuda de otro señor feudal. Y cuando llegue ese día, ¡ Los Matones serán respetados!, no solo por su valentía y su forma de pelear, si no  también por su Grandeza, ¡Aupa Matones!.

Era tarde, se despidió de sus compañeros, se salió del juego, apago el móvil y se fue a dormir.