Iba paseando por las calles de mi pueblo cuando, de repente, fui abordado por mi amigo Rafa. Cruzamos unas palabras y surgió un tema para mi algo preocupante; mi blog de escritura. Resulta que suele entrar en él y lee todo lo que yo escribo, dado que ha estado un tiempo sin nada nuevo, me echó la bronca. Aunque, eso si, de forma cariñosa. No tuve más remedio que agarrarme a las excusas típico/tópicas que estoy utilizando desde hace unos meses; falta de tiempo, falta de ganas, que si la familia, el trabajo, el deporte, etc. Aunque son totalmente ciertas y había que añadir que lo poco que escribo va destinado a concursos literarios donde exigen textos inéditos y que por lo tanto no puedo utilizar para el blog. Aún así, me llenó de ilusión saber que tengo lectores a los cuales conozco y a los que me puedo encontrar en cualquier momento. Esto es muy interesante ya que, de forma personal y directa, me van a decir que opinan de mis microrrelatos. Esto seguro que me ayudará a mejorar.
El encuentro terminó con la solemne promesa de que pronto reanudaría la actividad del blog, los días han pasado y la situación no ha cambiado. Tengo la mente dispersa y no se me ocurre nada de lo que escribir. Temo el día que al girar una esquina aparezca él y me recrimine el incumplimiento de mi compromiso.
Aprovecho para agradecer a Rafa y a los que me leen, su paciencia y comprensión, pero sobre todo el que estén ahí y sus muy estimables comentarios.