Solo, tumbado en el sofá y dejando las
horas pasar . Era tarde de Reyes Magos y no tenía nada que hacer, sus hijas
estaban en casa de su ex y la tensión vivida en las recientes fechas navideñas le
instaron a encerrarse en casa y a olvidarse de una familia que él estaba
convencido que ya no lo necesitaba . Tenía que replantearse la vida que
llevaba, era momento de renacer de las cenizas y comenzar una nueva historia.
"Ding
dong, ding dong", "ding
dong, ding dong". De manera insistente sonaba el timbre de la puerta. Se
abalanzó deprisa al telefonillo y pulsó el botón de apertura de la puerta , no
esperaba a nadie, tampoco estaba de humor para aguantar a ningún pesado o
pesada que le contará los muchos regalos recibidos en un día tan especial.
Como una tromba entró Cloe, su hija no le
dejó reaccionar ni abrir la boca. Sin apenas respirar le soltó una reprimenda
de campeonato: que si no sabía beber, que era un desagradecido, que como había
sido capaz de insultar a los abuelos, por qué no era capaz de perdonar a su
madre tras cometer un error cuando él se
había comportado como un cerdo en numerosas ocasiones... La lista era larga y
en apariencia bien estudiada. Cuando se desahogó lo miró largamente, el silencio inundaba la habitación. Cloe no dijo nada más, dejó en la mesita un
paquete envuelto en papel de regalo y después de darle un beso en la mejilla se marchó a la misma velocidad que había
entrado.
Él, todavía estupefacto por lo acontecido,
alargó la mano y cogió el obsequio, lentamente rasgó la envoltura dejando al
descubierto una caja de cartón. Con cuidado separó la tapa. Del interior extrajo una
foto familiar preciosamente enmarcada y una nota que decía: " Papá
recupera tu vida y sé feliz. Aunque la noche sea fría y oscura siempre vuelve
el amanecer inundando de luz y calor todo lo que te rodea. Te queremos y siempre nos tendrás a tu lado
cuando nos necesites".