Estamos en el año 2014 después de Jesucristo. Toda Valencia está ocupada por la fiesta de las Fallas …
¿Toda? ¡No! Una asociación de irreductibles corredores resiste todavía y
siempre al sueño invasor...
Eran las seis y media
de la mañana, hacia un poco de frío y apenas nos habíamos juntado cinco
personas de las más de quince, que el pasado viernes, confirmaron la asistencia
al entrenamiento. Pocos éramos los que vencimos al sueño y a la resaca fallera,
dispuestos a conquistar las calles de Valencia y recorrer, uno a uno, los
monumentos falleros que la coronan.
La llegada a la
Falla Na Jordana nos marcó el principio
de nuestro objetivo. Apenas una docena de personas nos miraban con cara de
sorpresa, la mayoría gente mayor que todos los diecinueve de marzo madrugaban
para ver las Fallas con tranquilidad. Hechas las fotos nos metimos por el
barrio del Carmen camino a la Falla del Pilar.
Las calles medio
vacías nos acogieron. Todavía nos encontramos zonas donde las huestes del Dios
Baco aguantaban sin irse a dormir, de repente, fuimos el blanco de sus palabras
cargadas de alcohol, que nos exhortaban
a seguir apoderándonos del espíritu
fallero de cada escultura.
La Falla del
Pilar, con su primer premio, y con bastante gente para la hora que era, se rindió
a nuestros pies.
La Falla de la
Plaza de la Merced y luego la del Mercat nos animaron a seguir recorriendo las
calles de una ciudad llena de residuos fiesteros que unos caballeros y damas de
color anaranjado se afanaban por recoger.
La Plaza del
Ayuntamiento muy sola y protegida, por algún que otro guardia del gobierno
local, nos ve pasar, mientras, los
últimos resistentes, nos confunden con participantes de la maratón de London y
nos animan en tanto que seguimos el
trayecto fijado.
La Falla del
Segundo Premio nos vio llegar con todos sus tenderetes cerrados. Pocos son los
aventureros que se habían acercado, en esos momentos, a ver la Falla Convento
Jerusalén-Matemático Marzal. Por lo que la rodeamos y la disfrutamos
tranquilamente sin que encontráramos ningún obstáculo que nos lo impidiera.
Partimos
rumbo a la siguiente parada, un
aspirante a Induráin de ciudad, nos recibe con aclamaciones, levantándonos
nuestro ímpetu guerrero. En la calle
Cuba teníamos monumentos apostados en cada cruce, nuestra vista no descansaba y
pudimos admirar la maestría de los
artesanos que las realizaron. La iluminación espectacular de la Falla Cuba-Literato Azorín nos acogió con fría oscuridad
y sus súbditos comenzaban a preparar la fiesta, al dios Vulcano, que tendría lugar después de la puesta del sol.
La suela de
nuestras zapatillas sufrieron, por ese tramo,
ataques de un suelo pegajoso y lleno de inmundicia. Lo sorteamos de
manera hábil y eficaz, pasando por la Falla Sueca-Literato Azorín y marchando
hacia la Falla Reino de Valencia-Almirante Cadarso. En ese momento el tiempo
nos apremiaba, la ciudad despertaba y nos encontrábamos en inferioridad
numérica, nos tocaba plantearnos el
volver a nuestro poblado, no sin antes, culminar la gesta. Una pacifica invasión del centro neurálgico de la fiesta en
estos dos últimos días: la Plaza de la Virgen.
Conseguidos los
objetivos, de estas Fallas 2014, nos volvíamos a casa con un cuantioso botín lleno de buenos momentos, con la esperanza de
que, en el 2015, seamos muchos más los que asaltemos calles, plazas y avenidas a
la búsqueda de monumentos falleros cargados de arte y breve historia.