Me
levanté, otra vez había dormido mal. Se repetía desde que había cumplido un año
como desempleado. Encendí el televisor, dejé el canal público para ver la información manipulada que solían
emitir. Miembros del gobierno anunciando las bondades de los recortes y de las
subidas de impuestos. Mensajes como; hay que trabajar más por menos, hay que apretarse el cinturón, hay
que cotizar más años y cobrar menos jubilación, etc.
Salí a la calle; gente buscando en
contenedores, una señora mayor quejándose de que, con su pensión, tenía que
mantener a su familia y a la de su hijo, un grupo de hombres hablando de Roque
(el tercero del pueblo que se suicidaba en dos meses a causa de la mala
situación económica). Todo era crispación, mal humor y pesimismo.
Por la noche me preparé una gran cena; barra
de pan de 0.22 céntimos y fiambre de
1€, todo regado con un agua maravillosa recién traída del grifo de la cocina.
En la televisión, canal privado, nos bombardeaban con temas ya habituales;
corrupción, sobresueldos de miles de
euros, donativos al partido gobernante a cambio de obras millonarias, pagos
escandalosos a cargos públicos, dinero negro en paraísos fiscales, etc.
De nuevo me desperté sobresaltado, la
misma pesadilla. Yo, una persona pacifica, seguía soñando que me compraba un
rifle de caza y me dedicaba a pegarles tiros a los banqueros, constructores,
cargos públicos y políticos. Me inquietaba ese sueño opresivo y repetitivo.