Polvoriento, sucio, cansado,
apoyado junto a un coche de bomberos y rodeado de amigos y vecinos de su pueblo. Tomaban agua y hablaban
de cómo luchar contra las llamas que amenazaban con destruir todas sus
posesiones. Había sido un incendio provocado, más virulento que en años
anteriores. Un bombero conectó la radio para oír las noticias, la emisora
“pública”, pagada con dinero de todos pero al servicio de los gobernantes,
emitía las palabras del Presidente del Gobierno Autonómico. Hubo una parte del
discurso que se les quedó grabado; “…invertiremos
todos los medios que sean necesarios para combatir el fuego...”. Al oír eso
todos se miraron, una sonrisa cínica les afloró en el rostro. Ellos, exbrigadistas
forestales, que todos los años realizaban tareas de limpieza en el monte, que
habían construido corta fuegos, que vigilaban para evitar incendios y que
habían sido despedidos porque decían que no había dinero. Ellos que conocían el
desinterés de la administración para la conservación de nuestra naturaleza y sabían
que las consecuencias de esta catástrofe podían haber sido minimizadas. Ismael
bebió un último sorbo de agua, se incorporó. Todos lo imitaron, se ajustaron
los cascos, los guantes y cogieron palas, sierras y demás utensilios que con la
urgencia habían sacado de sus casas. Se encaminaron directos al Cerro del Pino
Centenario, necesitaban cortar el avance del fuego en ese punto, si lo rebasaba,
todo lo que tenían lo podían perder. Además, preferían enfrentarse a las llamas, a continuar escuchando las mentiras oficiales que surgían implacables
por la ventanilla del camión.
1 comentario:
Buen retrato de ese desastre que nos asola estos días. Y bien cierto lo que dices, cuentan muchas mentiras para justificar lo injustificable.
Besitos
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