A continuación reproduzco lo publicado en el blog EL OJO DE GUADIX.
miércoles, 25 de septiembre de 2013
FINALISTA EN EL I CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATO "REINO DE TARTESSOS"
A continuación reproduzco lo publicado en el blog EL OJO DE GUADIX.
"ACTA DEL CERTAMEN:
miércoles, 10 de julio de 2013
FORMACIÓN CONTINUA
A las 10 de la mañana nos reuniamos todos
en el aula 2b del segundo piso. El curso fue muy corto, solo duró una semana.
La relación social era nula, apenas unas palabras en el momento del descanso.
Nos limitábamos a escuchar a la profesora y a cruzarnos preguntas, luego al
finalizar la clase salíamos disparados a casa. Yo, llegaba y cenaba rápido con
mis padres, luego me encerraba en mi habitación para comprobar los correos y
compartir experiencias en las redes sociales. Tenía todas las horas del día
ocupadas; trabajo, curso y casa. Apenas disponía de tiempo para nada más. En el
curso le había echado el ojo a alguna compañera, aunque ellas a mi me habían
ignorado completamente. Aún así, fantaseaba con la ropa interior que
llevaban bajo aquel vestuario tan sugerente. No todo era atracción sexual, a
veces me las imaginaba en una cena, en un paseo por la montaña o simplemente de
charla en el banco de un parque. Lo cierto es que estaba cansado de no tener
pareja.
A mitad de semana la profesora
tuvo la genial idea de finalizar el curso con una cena. La propuesta no me
llenó de especial ilusión. Lo comenté en casa y mi madre se empeñó en que fuera
para distraerme un rato, que así me daría el aíre. Por lo que acepté el
ofrecimiento.
¡Viernes, final del curso!
reparto de diplomas y soparet. De dieciséis personas apenas nos
encontrábamos en el bar la mitad. La mayoría mujeres excepto dos hombres, los
cuales nos sentamos juntos y conversábamos de un tema tan socorrido como el
fútbol o de alguna cuestión de clase, eso sí, sin quitar el ojo a alguna de las
chicas que se habían puesto especialmente guapas para la ocasión. Ellas apenas
nos dirigieron la palabra y llegamos al final del café sin pena ni gloria. Unas
palabras de despedida, reparto de cortesía de teléfonos, correos electrónicos,
etc…para seguidamente la profesora dejarnos hasta más ver. Siguieron su ejemplo
la mayoría. Yo me negaba a irme a casa tan pronto, después de tanto tiempo
sin salir, necesitaba divertirme un rato. Mis pensamientos se tradujeron en
palabras sin apenas darme cuenta, despertándome de ellos expresiones como; -¡yo
me apunto! -¡necesito una copa, -¡quiero bailar!, -¡vámonos de marcha! Así que
las cuatro Mosqueteras y el Llanero Solitario (que era yo) nos marchamos a un pub de la zona a explayarnos un rato.
Las primeras copas cayeron
deprisa. Era necesario un acelerante de habilidad social y el alcohol siempre
ha sido un magnifico remedio. La música, el ambiente, las ganas de marcha
ayudaron a que nos relajáramos y nos conociéramos un poco mejor. Al final estuve
a punto de triunfar, no gracias a mi encanto, si no a Don Ron que me facilitó
las cosas. Tarde y medio borrachos, con la pista de baile como escenario, una
de las chicas y yo pasábamos del movimiento convulso al roce intencionado, de
la charla a gritos a la conversación cercana y sugerente. El beso fue un paso
lógico a lo que tenía que llegar…eso si María no se hubiese interpuesto. María
era muy guapa, pero inaccesible. Había mantenido siempre las distancias y yo no
tenía las suficientes criadillas como para acercarme a
ella, de hecho pensaba que no hubiese servido para nada. Nos interrumpió
diciendo que su amiga se tenía que ir, que iba muy borracha, que no sabía lo
que se hacía, ¡ostras! ¿Qué no sabíamos lo que hacíamos? ¡Pero si nuestros
cuerpos eran puro deseo! No pudo ser, la aguafiestas nos fastidió la
noche.
Tardé en levantarme. La resaca y
la sensación de nauseas me invadieron hasta pasadas las tres de la tarde. Luego
con ayuda de los remedios de la agüela y
alguna aspirina me dispuse a comenzar el día. Conecté el móvil y se puso a
pitar como loco, de lo aturdido que estaba y del susto casi lo tiro al suelo.
Tenía veinticinco mensajes de María (excepto uno de mi efímera pareja
lamentándose por lo que no sucedió), se había pasado la noche recriminándome mi
actitud con su amiga y de que quisiera aprovecharme de su borrachera. Sus
primeros mensajes me echaban la bronca y los siguientes me incitaban a darle
una explicación. Yo estaba alucinando, no entendía nada. Intentaba recordar
cómo había sido mi comportamiento y no encontraba un motivo que, a mi juicio,
fuese recriminatorio. Por lo que llegué a una conclusión: María estaba
como una cabra o yo hice algo de lo que no me acordaba. Le mandé un WhatsApp,
en tono muy comedido, para que me explicase que era lo que había hecho mal. En
menos de dos segundos tenía su respuesta; otra bronca por intentar seducir a su
amiga. Tenía dos opciones; ponerme a discutir con ella (algo que el cuerpo no
me pedía) o tomármelo con mucha coña a ver por dónde me salía ella. Ni corto,
ni perezoso le pregunté si era su novia, la contestación fue contundente “eres
un cabrón, a mí me gustan los hombres”, siguió de nuevo con la riña
para terminar echándome en cara que no le había contestado antes, que llevaba
toda la noche esperando mi respuesta. Me disculpé, le comenté que no me
encontraba bien y que había dejado el teléfono apagado. Añadí que la noche
anterior ella estaba preciosa, que el vestido era muy bonito y que me
hubiese encantado bailar con ella (intentaba cambiar el enfoque para que
olvidara su enfado conmigo o me dejara en paz de una vez) sorprendentemente me
respondió que eso que le decía no lo sentía de verdad, si estaba tan guapa ¿por
qué no me había acercado a ella en vez de a su amiga? Dado el cariz que estaba
tomando el asunto no pude parar y me lancé a fondo. Le dije que yo casi nunca
mentía y que si ella me hubiera dado algo de pie…allí mismo en los lavabos le hubiese hecho el
amor, que me tenía loquito. Me mandó a freír espárragos y dejó de whatssapear conmigo.
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Eran las ocho y diez, María no
aparecía. Un combinado de ron cola me ayudaba a templar los nervios.
Mis dudas eran muchas, todavía no estaba convencido de mi suerte. Posiblemente
esa noche estropeé sin querer algo que podía haber sido bonito.
Maldecí mi timidez y la falta de confianza en mí mismo. Lo fácil no
siempre es lo mejor. Después de 45 minutos de espera y tres cubatas decidí
marcharme a casa. Era seguro que no aparecería. Me hizo creer que le gustaba y
no era verdad. Enojado y deprimido crucé la puerta del local.
María se encontraba apoyada en un coche,
justo debajo de la luz de una farola. Estaba preciosa. Cuando coincidieron
nuestras miradas su cara pasó de la sorpresa a la alegría incontenida. Como un
autómata me lancé hacia donde estaba, la abracé y nos besamos. Luego me
contó que no se había atrevido a entrar, que no hubiese soportado que la cita
hubiese sido una broma.
martes, 28 de mayo de 2013
SALIDA AL CAMPO
Después de varios días de lluvia
y frío, por fin ha salido el Sol. No era
muy potente, pero lo suficiente para estarse calentito donde pegaban sus rayos.
Ante este magnifico día, comparado con el resto, Toni decidió que saldría a
correr un rato, calculó que tendría que irse sobre las cinco de la tarde para
que el ocaso del sol no le pillara, todavía estaban en invierno y anochecía
temprano.
Al final, entre visitas y personas
conocidas que se iba encontrando a la vuelta de la compra, se retrasó más de lo habitual. La comida, entre
prepararla y disfrutarla casi se merienda, por lo que a la hora prevista
todavía no estaba listo para salir a rodar. Eran más de las cinco y media
cuando, embutido en sus mallas negras con franjas naranjas y dentro de su
cortaviento azul marino, salía de casa en dirección al campo. Aunque el astro
rey todavía calentaba, las ráfagas de viento eran fresquitas. Inició su andadura, a la salida
del pueblo echó a correr despacio, cuando llegó a la primera pista aumentó el
ritmo, le quedaba menos de una hora para
que la noche le cayera encima.
Toni corría y corría, quería llegar al
punto kilométrico marcado en menos de treinta minutos, el camino de tierra
subía y bajaba adentrándose en el bosque. La prudencia le debía de haber advertido de que las subidas pronunciadas las
tenía que hacer a un ritmo muy inferior, pero esa virtud se encontraba de
vacaciones. Predominaba la sensación de miedo a la oscuridad en esta zona solitaria plagada de árboles y
ruidos de la naturaleza. Y lo que
era lógico que sucediera… sucedió. Toni reventó como el Lagarto de Jaén, el fuerte ritmo impuesto, la cantidad de bajadas,
subidas y la falta de un entrenamiento continuado le pasaron factura. Él no
quería parar, su obsesión era seguir corriendo, pero el cuerpo y la cabeza no
le acompañaban. Paró, se puso a andar y a beber de la botellita que llevaba
encima. Todo comenzaba a darle vueltas, le costaba respirar y un malestar, cada
vez más profundo le entraba en la boca del estomago. Tuvo que apoyarse en un
árbol, se sentó y buscó con la mirada a cualquier persona que anduviese por esos
caminos… lo último que vio fue un trozo de cielo lleno de nubes de un color
gris oscuro.
Despertó desorientado, le dolía mucho la
garganta y tenía sensación de nauseas. Sentía frío y todavía se encontraba un
poco mareado. Poco a poco fue recuperándose. Había perdido el sentido, posiblemente por una
lipotimia. Se levantó y reemprendió el regreso a casa. La oscuridad era casi
completa, se conocía el camino y apenas estaba a seis kilómetros del pueblo,
pero rodeado de vegetación y sin luz no podía evitar que el miedo le invadiera.
Cualquier ruido le alarmaba; un conejo que salía disparado de un matorral por
el que él pasaba, un grupo de perdices que
asustadas elevaban el vuelo o el roce de sus ropas. De nuevo inició el trote,
con precaución para no destrozarse un tobillo o no tropezar, la visibilidad era
escasa.
Era una noche cerrada, las nubes ocultaban
la luna y las estrellas, la poca luz que se escapaba de entre esas bolas
oscuras de algodón dibujaba figuras fantasmagóricas ayudadas por los árboles y
arbustos. Toni tenía dos opciones; dejarse llevar por la desesperación o
mantener la cabeza fría y llegar a casa. Optó por lo segundo. Sabía que; paso
que daba era un metro menos que le faltaba para llegar, por lo que se impuso
correr despacio pero de forma continuada. Su mente la ocupó con imágenes del
bosque en pleno amanecer: los colores vivos, los cantos de los pájaros, cientos
de olores maravillosos y esa sensación de libertad que le invadía. Se embutió
en esa idea y siguió hacia adelante.
Gruesos goterones de agua le golpeaban en
todo el cuerpo y la temperatura bajaba más a cada momento, apenas le quedaban
tres mil metros para llegar a la entrada del pueblo. Era imposible avanzar,
tenía que buscar un lugar seguro y seco hasta que amainase la tormenta. Recordó
que a pocos metros se encontraban las ruinas de unas pequeñas instalaciones de
la vieja mina, apenas veía y se esforzó por vislumbrar algún pequeño indicio
que le guiase, aunque con esa oscuridad era imposible ver nada. A su parte
derecha creyó ver un pequeño resplandor y se dirigió a él con mucha precaución.
La pequeña emisión se movía despacio y lo fue guiando hasta que encontró la casa
adosada a la montaña. Evitando los escombros entró por lo que creía que había
sido alguna vez la puerta. Toni se guiaba por la suave luz que veía al fondo,
de su boca salieron palabras de aviso advirtiendo de su entrada en la casa: —
¡HOLA!, ¿HOLA?, ¿hay alguien ahí?— decía con voz temblorosa.
— Solo busco
refugio, hace frío y llueve demasiado fuerte, ¿hola?—.
A medida que hablaba y cuando
llevaba bastantes metros andados, se acercaba a la habitación vagamente
iluminada. Se asomó, vio a un chico de entre trece y dieciséis años de edad,
sentado, de espaldas y con las manos extendidas hacia una vela.
— Hola, me
llamo Toni y busco refugio. ¿Te importa que me quede contigo un rato?
El muchacho se giró y le hizo gestos para indicarle que se aproximara.
Lo hizo, la luminosidad de la vela reconfortaba pero hacía mucho frío, una
corriente de aíre que provenía de una esquina, al fondo de la habitación, de lo
que debió ser un derrumbe parcial del techo, lo estaba congelando. El joven
extendió su brazo y con su dedo señaló una chaqueta que estaba tirada en un
rincón llena de polvo. Toni se levantó, la cogió y se la puso, le venía pequeña
pero no le importó, necesitaba entrar en calor. Los minutos fueron pasando y el
muchacho no decía nada, se limitaba a estar sentado junto a la vela. Después de
un buen rato, o eso le pareció, la calma secundaba la tormenta dejando de llover. Toni se
levantó y le dijo al chico que deberían marchar, que tenían que volver, era
hora de que regresaran al pueblo. El joven le miró mientras se incorporaba, una
gran sonrisa ocupaba su cara y le dijo adiós con la mano a la vez que Toni salía de la construcción,
apagó la vela y se encaminó hacia la parte destruida de la habitación donde se
encontraba.
Toni nada más entrar en el pueblo se topó
con la Benemérita ,
el coche de la Guardia
Civil con las luces giratorias azules encendidas frenó
delante de él y bajaron el sargento y el conductor — ¿Toni García?, ¿Eres Toni García?
— Sí, soy yo.
He tenido problemas con la tormenta, pero por fin he llegado.
— Hemos
recibido aviso de Doña Juliana, usted había salido por la tarde a correr y no
tenía constancia de su regreso. Íbamos ahora a buscarlo— le informó el sargento.
— Siento mucho
las molestias, me ha pillado el aguacero, se me ha hecho de noche y no podía continuar. Me he tenido que
refugiar en La Mina.
— No pasa
nada, para esto estamos. Suba al coche y le llevaremos a su casa, necesita una
buena ducha y quitarse la ropa mojada.
Entró al coche
y cuando llegaron a la puerta de su domicilio, se encendieron las luces
interiores del habitáculo, el sargento se giró en su asiento y se dispuso a
despedirse de Toni, antes de decir nada su cara cambió, estaba blanco y
señalándole dijo: — ¿esa chaqueta es tuya?, ¿de dónde la has sacado? ¿DIME DE DÓNDE
LA HAS ENCONTRADO ?
— No es mía
señor, tenía frío y la cogí de la ruina donde me cobijé en La Mina. Estaba tirada
en el suelo de la habitación— le respondió.
— Tendrás que
acompañarnos, nos vamos a La
Mina. Llévanos , exactamente, al lugar dónde has encontrado esa
chaqueta.
Toni, cansado y aterido de frío, no entendía
nada, pero intuyó que algo grave estaba sucediendo y que se había visto
involucrado. Les fue explicando cómo llegar al cuarto de donde recogió la
chaqueta y les indicó como llegar con el coche al sitio exacto. El sargento cogió la linterna y bajó muy
apresurado adentrándose en la casa medio derruida. Él se quedó en el automóvil
y le preguntó al conductor qué era lo que estaba pasando. La historia era
sencilla y trágica; en un día como hoy,
hace dos años exactamente y también con tormenta, su hijo de catorce años
desapareció. Hasta el momento nadie había tenido noticias suyas. Se le buscó
por los alrededores del pueblo, se hicieron batidas por los bosques, pero no se
le encontró. Tenía la costumbre de salir a pasear y a correr solo. Ese día
había salido a pasear y llevaba puesta una chaqueta muy parecida a la que
había encontrado, fue un regalo de su
padre por su cumpleaños. De repente, un
grito desgarrador rompió la noche, el Guardia Civil saltó del coche, con la
linterna en una mano y la pistola en la otra, se introdujo en la casa llamando
a su superior. Toni fue detrás… al llegar a la habitación donde él se había
protegido de la tormenta vio al sargento
quitando cascotes de la zona que estaba parcialmente derruida y al número
enfocando con su linterna. Se acercó y pudo ver que debajo de aquellos
escombros se encontraba un cuerpo que portaba la misma ropa que el chico que le
acogió.
Al día siguiente Toni tuvo que personarse
en las dependencias de la
Guardia Civil para relatar lo acontecido y firmar su
declaración. Naturalmente, y para que no le tomaran por loco, modificó un poco
la historia. Aunque y a pesar de la tragedia, en su fuero interno, estaba muy
agradecido a ese joven que se levantó de entre los escombros convirtiéndose en su Ángel de La Guarda.
viernes, 17 de mayo de 2013
¿DESEO O PESADILLA?
Me
levanté, otra vez había dormido mal. Se repetía desde que había cumplido un año
como desempleado. Encendí el televisor, dejé el canal público para ver la información manipulada que solían
emitir. Miembros del gobierno anunciando las bondades de los recortes y de las
subidas de impuestos. Mensajes como; hay que trabajar más por menos, hay que apretarse el cinturón, hay
que cotizar más años y cobrar menos jubilación, etc.
Salí a la calle; gente buscando en
contenedores, una señora mayor quejándose de que, con su pensión, tenía que
mantener a su familia y a la de su hijo, un grupo de hombres hablando de Roque
(el tercero del pueblo que se suicidaba en dos meses a causa de la mala
situación económica). Todo era crispación, mal humor y pesimismo.
Por la noche me preparé una gran cena; barra
de pan de 0.22 céntimos y fiambre de
1€, todo regado con un agua maravillosa recién traída del grifo de la cocina.
En la televisión, canal privado, nos bombardeaban con temas ya habituales;
corrupción, sobresueldos de miles de
euros, donativos al partido gobernante a cambio de obras millonarias, pagos
escandalosos a cargos públicos, dinero negro en paraísos fiscales, etc.
De nuevo me desperté sobresaltado, la
misma pesadilla. Yo, una persona pacifica, seguía soñando que me compraba un
rifle de caza y me dedicaba a pegarles tiros a los banqueros, constructores,
cargos públicos y políticos. Me inquietaba ese sueño opresivo y repetitivo.
martes, 9 de abril de 2013
¿ PROMESA INCUMPLIDA ?
Iba paseando por las calles de mi pueblo cuando, de repente, fui abordado por mi amigo Rafa. Cruzamos unas palabras y surgió un tema para mi algo preocupante; mi blog de escritura. Resulta que suele entrar en él y lee todo lo que yo escribo, dado que ha estado un tiempo sin nada nuevo, me echó la bronca. Aunque, eso si, de forma cariñosa. No tuve más remedio que agarrarme a las excusas típico/tópicas que estoy utilizando desde hace unos meses; falta de tiempo, falta de ganas, que si la familia, el trabajo, el deporte, etc. Aunque son totalmente ciertas y había que añadir que lo poco que escribo va destinado a concursos literarios donde exigen textos inéditos y que por lo tanto no puedo utilizar para el blog. Aún así, me llenó de ilusión saber que tengo lectores a los cuales conozco y a los que me puedo encontrar en cualquier momento. Esto es muy interesante ya que, de forma personal y directa, me van a decir que opinan de mis microrrelatos. Esto seguro que me ayudará a mejorar.
El encuentro terminó con la solemne promesa de que pronto reanudaría la actividad del blog, los días han pasado y la situación no ha cambiado. Tengo la mente dispersa y no se me ocurre nada de lo que escribir. Temo el día que al girar una esquina aparezca él y me recrimine el incumplimiento de mi compromiso.
Aprovecho para agradecer a Rafa y a los que me leen, su paciencia y comprensión, pero sobre todo el que estén ahí y sus muy estimables comentarios.
martes, 29 de enero de 2013
NADA SE ES SI AL FINAL TE OLVIDAN
Benito Cabañeros llegó al pueblo con su familia cuando la fábrica donde trabajaba se instaló a pocos kilómetros. Tardó unos años en entrar en la política local, siempre había sido rechazado por “forastero” al igual que muchos otros vecinos en su misma circunstancia. Él la entendía como algo que debía de hacerse para solucionar los problemas de los vecinos. Tras muchos años de ver como el pueblo en el que vivía, y donde el creía que pasaría el resto de su vida, seguía estancado y no evolucionaba decidió con un grupo de amigos lanzarse al ruedo. Sé afiliaron a un partido político de ámbito estatal y sin un puñetero duro, pero con mucha imaginación, trabajo unido a las ganas de cambio de los votantes, consiguieron mayoría absoluta en el ayuntamiento.
Su vida cambió drásticamente; a la dura jornada laboral en la fábrica, a su derecho y deber como padre se le unía la ocupación no retribuida del servicio público. Los días se hacían largos y las noches muy cortas. Tantos años de desgobierno y despreocupación habían convertido el pequeño ayuntamiento en un cortijo para unos pocos y en un caos de papeles y expedientes por resolver. Su lucha fue dura; la contratación de nuevo personal laboral, oposiciones para las nuevas plazas de funcionarios, la jubilación de “los capataces del cortijo”, la completa ordenación de todo el archivo, la reestructuración de todos los antiguos servicios, la creación de muchos nuevos, la construcción de nuevas instalaciones y lo peor de todo… hacer frente al poder económico, cultural y religioso que siempre habían impuestos sus normas en la localidad.
Nunca le perdonaron que fuese por libre, que tratara a todos por igual (independientemente de su procedencia, creencias o medios económicos). Desde el primer día fue criticado y calumniado, acosado e incluso amenazado. Muchos de los plenos de la corporación se tuvieron que celebrar bajo la seguridad de la Guardia Civil. Aunque parezca raro había gente que no deseaba que las cosas mejorasen y fuesen transformadas.
El agua potable, el alumbrado público, parques y jardines, asfaltado de calles, un nuevo Centro de Salud, un nuevo Colegio, el Hogar de los Jubilados, la Casa de la Juventud , la rehabilitación y ampliación del Ayuntamiento, la creación de los Servicios Sociales y la Policía Local no fueron actos suficientemente válidos ante la afrenta de no participar en las procesiones, de no asistir a la misa de los domingos, de no malgastar el dinero en fiestas y de haber cambiado el nombre de las calles (curas, dictador, militares y servidores del viejo régimen) por artistas, científicos, luchadores por la joven democracia e incluso antiguos nombres que se recuperaron. En definitiva, no podían tolerar que un forastero hiciera más por el pueblo que los que se habían distinguido por ser de denominación de origen.
A los seis años tuvo que dejarlo, lo que no pudieron conseguir las fuerzas vivas de la localidad lo logró su economía doméstica y su familia. Su mujer cansada de vivir sin su marido, obligada a atender a sus hijos, a trabajar (debido a que a su esposo le descontaban de la nómina del trabajo las horas que dedicaba al ayuntamiento), y que de su labor como Alcalde sólo conseguía la satisfacción personal por el deber cumplido, pero ningún beneficio para su maltrecha renta familiar, no le quedó otra salida que aceptar el ascenso e irse a vivir a la capital.
Los que se quedaron en su lugar carecían de su entusiasmo por el trabajo, de su ilusión, de su carisma y de su capacidad de sacrifico. Sin él y frente a los grandes medios económicos que emplearon “los pura sangre” locales, los de siempre pronto se hicieron de nuevo con el consistorio. Dedicaron todo su esfuerzo a borrar todo rastro de Benito, desaparecieron misteriosamente las placas de los edificios inaugurados, fotos, etc… Con el tiempo extendieron la idea de que el pueblo había crecido y modernizado gracias a ellos. Y de Benito nunca más se supo.
Esto, nieto mío, te lo cuento porque pronto me iré al otro barrio y me parece muy injusto que al señor Cabañeros no lo recuerde nadie, gracias a él este pueblo es lo que es. Todos los que vinieron detrás no movieron ni un dedo si no recibían suculentas dietas y un buen sueldo por ejercer de políticos locales, además de los grandes negocios que realizaron con el ladrillo y que para muchos, de los que tú conoces, les permitió amasar la riqueza que ahora poseen. Te pido que algún día saques a la luz la labor de esos seis años. Que honres la memoria de ese Alcalde y de las personas que de forma totalmente desinteresada hicieron entrar a este pueblo en el siglo XX y lo prepararon para el XXI.
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