Dejaron aparcado el Mercedes-Benz C 220 BT delante de la puerta, que
previamente habían alquilado para que me trajeran aquí. El complejo estaba
bastante bien situado; una zona tranquila, buenas vistas y buenos accesos.
Además, era un sitio con mucha historia, la puerta databa de principios del
siglo XX y algunas partes de la
estructura eran, incluso, cien años más antiguas. Con el paso del tiempo habían ido ampliando
con construcciones más modernas. Grandes
árboles rellenaban los huecos del jardín y en los días de viento recitaban una
melodía que se oía en varios kilómetros a la redonda.
Me ayudaron a bajar y entramos en el recinto. Los empleados del
establecimiento comprobaron, primero, que estaban los papeles en regla, seguidamente
nos fueron indicando entre los numerosos pasillos por donde acceder. A derecha
e izquierda teníamos interminables filas de habitáculos ya ocupados por los que
llegaron antes. Aún siendo un día entre semana y a las cinco de la tarde, el
local estaba bastante lleno y me asignaron un aposento en la zona más nueva.
Precisamente, la semana pasada, en la televisión vi un programa sobre estos hoteles de cápsulas,
pero era en Japón, estaban de moda y eran muy utilizados para temporadas muy
cortas de descanso. Aquí en España, por ejemplo en Valencia, se comenzaron a
construir en 1808, por lo que imagino que los asiáticos nos copiaron la idea.
Para mí era la primera vez, yo siempre me había alojado en hoteles convencionales
y por uno o varios días.
Calle XXI, fila veintitrés, número cinco, esta era mi habitación. Con cara indolente los
empleados me ayudaron a entrar. Se
despidieron de mí y cerraron de forma cuidadosa el hueco para que pudiera
descansar tranquilo. Ahora me encontraba solo, metido en una cápsula; sin luz,
sin tele y rodeado de un silencio absoluto.
Al día siguiente una preciosa muchacha,
vestida con un mono de trabajo, después de limpiar la zona, ordenar unas flores
y ajustar una cruz medio caída, se plantó
frente a mi pequeña puerta, colocando a continuación una placa donde se podía
leer varias cosas, entre ellas mi nombre
y una frase muy peculiar: " Descanse en Paz"
1 comentario:
Sin palabras me he quedado. �� Muy muy bueno
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